Por Stephanie García y Jenny Zehner
Fotografía: iStock
El 2024 es un año que marcará un precedente en la democracia a nivel mundial, se prevé que “más de dos mil millones de personas en 50 países asistan a las urnas a elegir a sus representantes”¹. Esto indudablemente implicará cambios que trascenderán desde lo político a lo económico, lo social y lo ambiental. En ese sentido, estaremos conviviendo por doquier con el tema de la democracia: en los medios de comunicación tradicionales y en los digitales, e incluso, hasta en nuestros círculos más cercanos. Pero, si bien, las elecciones son esenciales en la construcción de una democracia, la trampa de centrarnos demasiado en ellas es reducirlo a un mero ejercicio de elección de líderes populares.
¿Sin embargo, cómo definimos una democracia? De acuerdo con la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Carta de las Naciones Unidas², la libertad, el respeto por los derechos humanos y las elecciones periódicas y auténticas mediante sufragio universal son los elementos clave que constituyen una democracia, estos principios fundamentales fomentan una sociedad basada en la participación ciudadana, la igualdad, la seguridad y el desarrollo humano.
Dicho de otra manera, la democracia es una forma de organizarnos y la construimos todas, todos y todes. Desde Alternativas y Capacidades soñamos con una democracia con menor desigualdad, en el que las personas gocen de sus derechos, puedan organizarse, manifestarse y expresarse de forma libre, segura e informada.
Nuestra apuesta es una democracia abierta e incluyente que tenga por objetivo el bienestar de todas las personas. Es un medio en el que estos principios fundamentales son una guía para construir sociedades más diversas, pacíficas y con mayor justicia social. Es esa utopía que nos permite caminar como sociedades. Entonces, ¿cómo puede contribuir la sociedad civil a la democracia?
Su sola existencia es ya en gran medida un contrapeso político, sobre todo de aquellas organizaciones que abiertamente se dedican a vigilar, cuestionar, exigir, informar, promover e incidir en políticas públicas. De aquellas que están en la constante búsqueda de una mayor transparencia y rendición de cuentas, de una mejor gobernanza e inclusión verdadera.
Podemos aprovechar para fomentar procesos democráticos entre la ciudadanía, tales como debates, colaboraciones estratégicas con actores políticos clave, la cultura de la información y la vigilancia, entre otras acciones estratégicas. La particularidad que esta coyuntura electoral ofrece a la sociedad civil está en la oportunidad de posicionar nuestras causas en la agenda pública. Eso al menos como un primer paso.
Somos organizaciones, redes, colectivas y movimientos cuya esencia es trabajar por y para diversas causas y luchas sociales a lo largo y ancho del país. Esto nos permite canalizar e impulsar las voz de aquellos grupos que históricamente no han sido escuchados. Es así como, además, permite abrir el espacio cívico ante la diversidad de opiniones, ya que éste es un motor de innovación democrática gracias al posicionamiento constante de nuevos temas en la agenda pública.
Entonces, en esta coyuntura habrá personas o medios que cuestionarán el estado de la democracia e incluso hablarán de su fragilidad. Sin embargo, un estudio reciente de la Fundación Open Society concluye que las personas aún tienen fé en la democracia, aunque notan que hay mucho por hacer para que alcance su potencial. Es así, que una democracia sana y sus valores de respeto, igualdad, inclusión y la promoción de los derechos humanos es un ejercicio que nos corresponde a todas, todos y todes, desde lo micro hasta la macro si queremos ver cambios duraderos.
¹ World Economic Forum. (2023, December). 2024 elections around the world. Retrieved from https://www.weforum.org/agenda/2023/12/2024-elections-around-world/
² United Nations. (n.d.). Democracy. Retrieved from https://www.un.org/en/global-issues/democracy
