Autoras: Pilar Tlatempa y Edwin Reyes Tuz
Ilustración: Shutterstock
En el tejido social actual, los movimientos feministas destacan como fuerzas de cambio que desafían las estructuras de poder arraigadas. Sin embargo, su capacidad para perdurar y generar transformaciones profundas está intrínsecamente ligada a dos factores clave: un entorno habilitante y la sostenibilidad de las colectivas y organizaciones. En este artículo de opinión, nos enfocaremos en el segundo factor, explorando cómo el desarrollo de capacidades dentro de los movimientos feministas es esencial para su supervivencia y para lograr cambios significativos en la sociedad.
Uno de los pilares fundamentales para promover la igualdad de género ha sido la educación y la formación. El conocimiento de los derechos y la exploración de temas como la salud sexual y reproductiva más allá de los marcos patriarcales han permitido reconectar a las mujeres con ellas mismas, escribir sus propias historias y generar recursos propios. A través de círculos, talleres y espacios de convivencia, las mujeres han comenzado a dialogar sobre las barreras que históricamente han limitado su participación en la vida política y social, creando proyectos para contrarrestar esas narrativas y estructuras que las invisibilizan y oprimen.
Hoy en día, existen innumerables proyectos que abordan a mujeres de todas las esferas, desde movimientos de mujeres negras hasta agrupaciones antiespecistas, pasando por mujeres en el arte y barras de fútbol feministas. Sin embargo, la organización se presenta como una pieza clave en cada agrupación y colectiva que emerge. Más allá de las reflexiones sobre las realidades e intersecciones que atraviesan cada una, la principal dificultad radica en la gestión operativa y la sostenibilidad de los proyectos. ¿Cómo acceder al financiamiento? ¿deberían constituirse como una asociación civil o donataria autorizada? ¿qué implicaciones tiene institucionalizarse? ¿es el activismo una forma de trabajo? ¿cómo se mide el impacto de lo que se hace? ¿cómo se redacta una propuesta de proyecto?
Sabemos que hoy, a nivel global, los apoyos que reciben las organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres son muy escasos, a pesar de estar a la vanguardia de muchas de las iniciativas que enfrentan el racismo, el machismo, el cambio climático, los conflictos armados, el cuidado contra el COVID-19 y otras situaciones de injusticia social y política. Mientras que el 28% de la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) está etiquetada para la igualdad de género, solo el 7% llega a las organizaciones de la sociedad civil. Ante estas interrogantes, el desarrollo de capacidades se erige como fundamental para la perdurabilidad y el impacto de la labor feminista. La creación de procesos de gobernanza transparentes, la planificación estratégica y la gestión eficiente de recursos son los cimientos sobre los cuales se construyen proyectos duraderos y efectivos. Sin embargo, el acceso equitativo a recursos financieros, materiales y tecnológicos sigue siendo un desafío para la mayoría de las organizaciones y colectivas en América Latina, comprometiendo su autonomía, agenda y acciones. De acuerdo a datos de una investigación realizada por Ellas (2022) revela un cuadro de desatención generalizada a los problemas de género y de los derechos humanos de las mujeres por parte de la filantropía internacional y nacional.
Por lo tanto, es crucial abordar estas disparidades y trabajar en la búsqueda de formas de financiamiento más equitativas, que contemplen también el fortalecimiento de capacidades y el cuidado colectivo de las agrupaciones y colectivas. La autopreservación no solo es un acto de resistencia, sino también una necesidad pragmática para garantizar que las activistas puedan continuar su trabajo de manera efectiva. Financiar, acompañar, liderar y fomentar procesos colectivos de fortalecimiento de capacidades es una apuesta política que contribuye a la sostenibilidad de las diversas luchas de las mujeres.
En conclusión, fortalecer a las colectivas y organizaciones feministas en capacidades no solo es esencial para su supervivencia, sino también para su capacidad de generar cambios profundos y duraderos en la sociedad. Esta afirmación se sustenta en datos contundentes que muestran el impacto positivo de colaborar en la lucha de las mujeres y la promoción de la igualdad de género en diversos aspectos sociales y económicos.
Por ejemplo, según el Informe Mundial sobre Salarios 2022-2023 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima que la brecha salarial de género a nivel mundial es del 20%, lo que significa que las mujeres ganan aproximadamente un quinto menos que los hombres por el mismo trabajo. Sin embargo, se ha demostrado que invertir en la capacitación y el apoderamiento de las mujeres puede reducir esta brecha salarial. Según el Foro Económico Mundial, si se lograra cerrar esta brecha, se podría agregar aproximadamente $12 billones de dolares al PIB mundial para el año 2030.
En el ámbito político, diversos estudios han demostrado que la participación de las mujeres en la toma de decisiones conduce a políticas más inclusivas y equitativas. Por ejemplo, según datos de la Unión Interparlamentaria, los países con mayor representación de mujeres en el parlamento tienden a tener leyes más progresistas en áreas como el cuidado infantil, la igualdad salarial y la protección contra la violencia de género.
En México, según datos disponibles de Fondos a la Vista, 4 de cada 10 organizaciones de la sociedad civil, de las más de cuatro mil registradas en el país durante el periodo de 2001 a 2022, están lideradas por mujeres. En poco más de 20 años, la cantidad de mujeres ocupando puestos de liderazgo en las organizaciones ha aumentado casi 34 veces.
Por lo tanto, queda claro que invertir en el desarrollo de capacidades dentro del movimiento feminista es una estrategia fundamental para avanzar hacia la igualdad de género y la justicia social. Al proporcionar a las organizaciones y colectivas de mujeres las herramientas y habilidades para ejercer su derecho de asociación, estamos sentando las bases para un mundo donde todas las mujeres puedan florecer en libertad y participar a favor de sus derechos.
Referencias:
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