Texto recuperado de JuventudES
Por Edwin Reyes Tuz, coordinador de fortalecimiento
La juventud representa una fuerza vital y dinámica en el mundo contemporáneo, con una población de entre 15 y 24 años que asciende a 1.200 millones de personas, aproximadamente el 16% de la población global. Se estima que para el año 2030, fecha límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), esta cifra aumentará en un 7%, alcanzando casi 1.300 millones, según datos del sistema de Naciones Unidas. Este crecimiento demográfico plantea desafíos significativos, ya que lo que no se haga hoy por las personas jóvenes podría resultar en complicaciones en etapas posteriores de la vida, como desempleo, aumento de la pobreza y personas en situación de calle, entre otros problemas sociales. Por tanto, es crucial emprender acciones en favor de los derechos y la plena participación de las juventudes en el espacio público.
Alternativas y Capacidades A.C. (Alternativas), con 21 años de experiencia, se ha dedicado a fortalecer el sector de la sociedad civil y defender un espacio cívico sano y abierto. En los últimos años, Alternativas ha analizado las diversas formas en que se organizan las personas jóvenes, procurando aumentar su participación como titulares de derechos y construir puentes de colaboración entre iniciativas juveniles y gobiernos para fortalecer la democracia. En alianza con el Instituto Nacional Electoral (INE), Alternativas ha co-coordinado durante 5 años el proyecto #JuventudActúaMX a nivel nacional. Desde el 2023, se ha desarrollado el proyecto LabSocial: Juventudes transformando realidades en la región de la Península de Yucatán, específicamente en los estados de Quintana Roo, Campeche y Yucatán. Ambos proyectos están dirigidos a juventudes históricamente discriminadas o excluidas del cambio social, con el objetivo de fortalecer sus conocimientos en incidencia y participación, acompañarlos en la construcción de iniciativas locales y trabajar con redes multiactor, proporcionando financiamiento inicial para que desarrollen sus ideas y planes en sus comunidades.
Este trabajo ha generado una serie de aprendizajes que compartimos a continuación:
1. Congruencia y pertinencia cultural: Los proyectos dirigidos a personas jóvenes deben tener en cuenta su edad y contexto cultural. En LabSocial, se formó un Consejo de Juventudes Peninsulares integrado por 10 personas jóvenes líderes de la región, quienes orientaron el rumbo del proyecto. Ellas, elles y ellos son responsables de brindar retroalimentación sobre la convocatoria, criterios de selección, metodología y selección de personas participantes.
2. Diversidad organizativa: Las formas en que las personas jóvenes se organizan son diversas y a menudo responden a necesidades específicas y coyunturales. Es esencial promover redes de apoyo y el diálogo intergeneracional entre defensores de derechos humanos para abordar problemas públicos y crear agendas comunes que derriben barreras de adultocentrismo.
3. Financiamiento para la participación: El financiamiento es fundamental para poner en marcha los planes de incidencia de las personas jóvenes y multiplicar los recursos para avanzar en agendas de derechos humanos. Es necesario incrementar y diversificar los fondos destinados a iniciativas lideradas por juventudes para potenciar su participación en el espacio público.
4. Reconocimiento institucional: Las instancias gubernamentales deben reconocer a las juventudes como actores estratégicos para el desarrollo, facilitando la comunicación y colaboración con este grupo poblacional en la toma de decisiones. La voz y participación de las personas jóvenes son fundamentales para fortalecer la democracia en México.
5. Perspectiva interseccional, de género y enfoque de derechos humanos: Al referirnos a las personas jóvenes como “juventudes”, reconocemos la diversidad de experiencias y expresiones que caracterizan la vivencia de la juventud en diferentes contextos socioculturales, económicos y políticos. En otras palabras, no existe un único modelo de juventud. Por lo tanto, integrar perspectivas interseccionales, de género y enfoque de derechos humanos en los proyectos nos permite comprender el entorno en el que se desenvuelve cada participante y, a su vez, adaptar nuestros procesos organizativos para asegurar que las personas jóvenes involucradas en nuestras iniciativas puedan ejercer una participación plena, superando las barreras impuestas por la desigualdad sistémica.
Esta aproximación interseccional reconoce que las personas jóvenes no son un grupo homogéneo, sino que cada individuo enfrenta una combinación única de desafíos y privilegios que están determinados por múltiples factores, como el género, la clase social, la etnia, la orientación sexual, la ubicación geográfica, entre otros. Por lo tanto, al considerar estas intersecciones, podemos entender mejor las necesidades y realidades de cada participante y diseñar intervenciones más efectivas y equitativas.
Asimismo, el enfoque de género nos orienta a reconocer y abordar las desigualdades estructurales basadas en el género que afectan a las personas jóvenes, tanto en el acceso a oportunidades como en la participación en la toma de decisiones. Esto implica trabajar para eliminar las normas de género restrictivas y promover la igualdad de género en todas las esferas de la vida, garantizando así que todas las personas jóvenes tengan las mismas oportunidades para desarrollarse y contribuir al cambio social.
Por último, el enfoque de derechos humanos nos recuerda que todas las personas, independientemente de su edad, género, origen étnico u orientación sexual, tienen derechos fundamentales que deben ser respetados, protegidos y garantizados. Esto significa que nuestras intervenciones deben estar en línea con los principios de dignidad, igualdad y no discriminación, y trabajar para generar un entorno propicio donde las personas jóvenes puedan participar y ejercer sus derechos en todos los aspectos de sus vidas.
En conclusión, el trabajo realizado hasta ahora es un aprendizaje colectivo y continuo. Seguimos aprendiendo y aspirando a un futuro donde todas las personas jóvenes puedan participar plenamente en la vida pública. Las juventudes son el presente del país, y su involucramiento activo es clave para construir una sociedad más justa y sostenible.
Referencias: