¿Cómo podemos conocer la contribución de la sociedad civil organizada al desarrollo social del país? Y en un contexto tan específico como la emergencia sanitaria ¿cómo reconocemos sus aportes, retos y necesidades?
Por Daniel Revilla
La Sociedad Civil Organizada (SCO) en México es diversa y contribuye a la solución de numerosos problemas públicos en nuestro país; sin embargo, es poco conocida y reconocida por la ciudadanía en general y el contexto en que se desenvuelve es poco propicio para su desarrollo. Entonces ¿cómo podemos conocer su contribución al desarrollo social del país? Y en un contexto tan específico como la emergencia sanitaria ¿cómo reconocemos sus aportes, retos y necesidades?
Por esa razón, en el mes de mayo, el Colectivo Causas Ciudadanas lanzó la encuesta “Sociedad Civil Organizada frente al COVID-19. Impacto, retos y acciones de resiliencia” con el objetivo de conocer y visibilizar cómo se han visto afectadas las organizaciones ante esta emergencia así como para identificar acciones que atenúen los impactos negativos derivados de la pandemia.
La encuesta fue lanzada en mayo y durante un mes se recibieron 477 respuestas de organizaciones provenientes de todos los estados del país. Aunque las condiciones y evolución de la pandemia y sus afectaciones han cambiado en los últimos meses, los resultados nos muestran una fotografía de las necesidades y dinámicas del sector de la sociedad civil organizada. A pesar de que esta muestra no es representativa de todas las organizaciones existentes en México, hemos notado en distintos foros y en resultados de otros estudios, conclusiones que apuntan a tendencias muy similares como las que presentamos a continuación:
El 65.5% de las organizaciones tiene alcance local (municipal y estatal); en mayor proporción implementan proyectos que atienden las siguientes causas: educación, servicios asistenciales, derechos humanos, participación ciudadana y salud. Las organizaciones trabajan en mayor medida para mujeres, adolescentes, y niñas y niños; 3 de cada 4 organizaciones emplea de 0 a 19 trabajadores remunerados, el restante emplea de 20 a 300, además el 75% de las organizaciones son de creación relativamente reciente (del año 2000 hasta el 2019).
¿Cómo afrontaron las organizaciones la primera fase de la pandemia? La encuesta revela que el 53.3% de las organizaciones ha mantenido operaciones de forma parcial o total optando por la modalidad virtual, además el 39.5% ha reorientado sus programas y un 24.4% ha creado nuevos programas para la atención de sus beneficiarios. Aunque el 67.6% de las organizaciones tenga equipos personales de cómputo para cada empleado y un 75.8% cuente con internet, una parte importante de las organizaciones trabaja directamente en campo y la modalidad virtual no es suficiente para cumplir con sus objetivos, además la brecha digital en cuanto infraestructura y capacitación puede hacerse mayor frente a otros sectores (público y privado).
En cuanto a la situación financiera, 7 de cada 10 organizaciones han sufrido una disminución significativa en sus fondos, los donativos individuales son la fuente más afectada con (44.9%); además solo el 19.5% de las organizaciones cuentan con un fondo patrimonial y en términos generales las organizaciones perciben que tienen fondos financieros para sobrevivir entre uno y tres meses. Es importante señalar que, según la encuesta, la antigüedad de las organizaciones no está relacionada directamente con la capacidad de tener un fondo patrimonial.
¿Ante este panorama se mantuvieron los puestos de trabajo en el sector? Poco más de la mitad (55.8%) de las organizaciones reportaron haber recortado voluntarios, por otra parte, el 44% reportó el recorte de personal remunerado. Estos datos en medida describen cómo a pesar del contexto adverso, las organizaciones han tratado de retener a su talento humano.
En cuanto a donativos para atender a los beneficiarios en la contingencia, el 35.1% de las organizaciones afirmaron recibir donativos, la balanza se inclina hacia el financiamiento de donantes privados (86.6% de empresas y fundaciones), los donativos por parte del gobierno federal fueron inexistentes y los gobiernos locales (estatal y municipal) fueron muy pequeños.
Más allá de los donativos, ¿existió alguna colaboración entre la SCO y gobiernos locales? 6 de cada 10 organizaciones aseguran que estas instancias no han impulsado acciones colaboración. Las pocas organizaciones que han tenido la oportunidad de colaborar con el sector gubernamental son aquellas que tienen un corte asistencial y trabajan directamente en la atención de la emergencia de COVID-19.
Si bien, 9 de cada 10 organizaciones afirman que los gobiernos locales no han contravenido la libertad de expresión y/o asociación, 1 de cada 10 señala que los gobiernos han aprovechado la emergencia para realizar prácticas poco transparentes que contravienen los derechos de participación ciudadana y medio ambiente sano.
En resumen, los resultados de la encuesta revelan que las organizaciones precisan de recursos económicos para seguir operando (46.2%) y para atender a los beneficiarios (19.7%). Asimismo, las organizaciones demandan fortalecimiento digital para mejorar su trabajo y reducir las brechas frente a la vertiginosa digitalización derivada de la contingencia. En conclusión, observamos una resiliencia y proactividad que caracteriza al sector de la SCO, pero no debemos dejar de lado que el contexto actual está comprometiendo su integridad y su existencia. Tomemos esta información para comunicar la innovación y aportes de la SCO entre otros sectores y también como evidencia para sumar esfuerzos y valorar su papel en tiempos de contingencia. Los invitamos a leer el reporte completo en el sitio web y utilizar esta información para implementar acciones que favorezcan al sector de la sociedad civil organizada.
Publicado originalmente en Animal Político
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